—¡No, Marcos, no! —gritó Xavier, cambiando de expresión al instante. Se colocó frente a Elizabeth y los niños, decidido a protegerlos con el cuerpo si era necesario.
—¿No qué, Montiel? —replicó Marcos con cinismo.
—Ellos no tienen nada que ver con esto. Llévame a mí. Asumo toda la responsabilidad.
Elizabeth logró soltarse del policía y se abrazó con fuerza a la cintura de Xavier.
—¡No lo hagas, por favor!
Él le tomó los brazos con ternura y besó sus manos, mirándola con un amor desesperado.
—Voy a estar bien. Solo hagan lo que acordamos ¡Váyanse! —susurró, y le besó la frente con suavidad.
Luego se agachó frente a sus hijos. Ellos lo miraban sin entender del todo lo que ocurría. Los tomó a cada uno y también les besó la frente, reteniendo el temblor en su voz.
—¡Vamos, Montiel! —ordenó Marcos con firmeza.
Xavier se enderezó sin volver la vista atrás. Dante fue llevado junto a él, mientras Denis se quedó al lado de Elizabeth, rodeándola con el mismo instinto protector que alguna vez ha