La mujer del Cóndor:39. Me está volviendo loco.
Michael Foster
Regina estaba absorta en ese maldito cachorro, como si fuera lo más precioso del mundo. Yo, por otro lado, estaba sentado en el borde de la cama, mirándola con una mezcla de incredulidad y celos. No lo iba a admitir en voz alta, pero me irritaba que le estuviera prestando más atención a ese peludo que a mí.
Había planeado dos días perfectos, románticos y, sobre todo, muy intensos en este lugar. Mi idea era simple: no salir de la habitación, aprovechar el frío afuera para mantenernos cálidos en la cama y, básicamente, hacerle olvidar todo su berrinche. Pero no, el perro tenía que aparecer para arruinarlo todo.
—¿De verdad, Regina? —dije finalmente, viendo cómo lo limpiaba con un paño con una ternura que jamás había mostrado por mí.
—¿Qué? No puedo dejarlo así, Michael. Estaba sucio y temblando de frío —respondió sin siquiera mirarme.
—¿Y qué sigue? ¿Le comprarás un suéter?
Ella me ignoró, completamente concentrada en su "bebé peludo", como ya había comenzado