Capítulo 25. ¿Es verdad, Lycan?
ELENA
No podía dormir. Me levanté despacio, sin despertar a Natalia ni a Adriana. La habitación estaba en silencio, solo se escuchaba el golpeteo de la lluvia contra los cristales.
Me acerqué a la ventana. La tormenta seguía, pero más calmada. Me quedé allí un rato, apoyada en el marco, mirando hacia el bosque.
Todo estaba oscuro, pero de repente, vi una luz moviéndose entre los árboles del bosque.
Los pelos se me pusieron de punta. Me alejé de la ventana con el corazón acelerado. Volví a la cama y me tumbé junto a Adriana, le cogí la mano, como si ese gesto pudiera calmarme, pero fue peor, sentí una punzada en el pecho, calor en la frente y de repente ya no estaba en la habitación.
Estaba en el bosque. Vi lo que Adriana había vivido. Sentí lo que ella había sentido. Corría sin rumbo, sin aire. Las ramas la golpeaban, y sombras oscuras la perseguían, aunque había un destello de luz que la acompañaba. Escuché la voz.
—Sigue la luz y corre. No te detengas, no mires atrás.
Vi cómo