Capítulo 26. La verdad que arde
ELENA
Lycan se pasó una mano por el rostro, como si le pesara cada palabra que iba a decir. Y entonces habló.
—Lo que has escuchado es verdad —dijo, sin rodeos—. No puedo explicarte por qué. Porque ni yo lo sé. Pero cada pareja que he tenido ha acabado muerta.
Me quedé quieta, no pestañeé, solo lo escuchaba.
—Algunas de ellas estaban embarazadas —continuó—. He investigado. No solo yo, he contratado detectives, brujos, sanadores y nadie ha podido darme una razón. Cada una de ellas perdió la vida sin explicación. De todas las parejas que he tenido, ninguna fue mi destinada.
Tú eres la única que la Diosa Luna ha elegido para mí. Y creo que, quizás por eso ellas murieron. Porque tú eres diferente. Porque tú eres la verdadera.
Las palabras salieron solas de mi boca.
—Si solo soy una humana —dije—. No soy más fuerte que cualquiera de esas mujeres. ¿Por qué crees que yo voy a sobrevivir?
Lycan me miró con ternura.
—En eso te equivocas —respondió—. Desprendes una fuerza inusual, aunque no