Capítulo 23. Problemas
ELENA
—Natalia mira al final del pasillo —murmuré.
Natalia giró la cabeza, pero justo en ese instante, la mujer se dio la vuelta y desapareció entre las sombras, como si nunca hubiera estado allí.
—¿Quién era? —preguntó mi hermana, frunciendo el ceño.
—No lo sé… pero no me gustó su mirada.
Mi cuerpo reaccionó de forma extraña. Nos quedamos quietas unos segundos.
—¿Crees que era alguien del palacio? —preguntó Natalia.
Negué con la cabeza.
—No lo sé. Pero su presencia no me ha gustado. Le preguntaremos a Margot.
Llegamos a la cocina, que estaba vacía. El olor a pan recién horneado aún flotaba en el aire, y sobre la encimera había una cesta con frutas, quesos y lo que parecía una bandeja de empanadillas y croquetas que alguien había olvidado estratégicamente.
—Esto es el paraíso —dije, acercándome como si hubiera descubierto un tesoro.
Natalia abrió la nevera y encontró una olla con sopa.
—¿Crees que Margot nos va a regañar? —preguntó, sirviéndose un cuenco.
—Margot nos adora. Y si lo ha