POV: Cecilia Hernández
Subí las escaleras sin mirar atrás, con el eco de sus pasos alejándose todavía retumbando en mi cabeza. Cada sonido, cada palabra que había pronunciado frente a ella, me atravesaba como una aguja invisible. Cerré la puerta de mi habitación con fuerza y apoyé la espalda contra ella, dejando que el silencio me envolviera. Solo entonces las lágrimas comenzaron a deslizarse por mi rostro, tibias, rebeldes, traicioneras.
No quería llorar. No debía hacerlo.
Me limpié el rostro con las manos, casi con furia, borrando cualquier rastro de debilidad. No podía seguir permitiendo que Liam Azacel tuviera ese poder sobre mí. No era amor lo que debía sentir por él… o al menos, eso era lo que intentaba repetirme una y otra vez. No podía seguir entregándole mi corazón como una tonta, sabiendo que en cualquier momento él podría romperlo sin esfuerzo.
—Basta, Cecilia… —susurré para mí misma, la voz apenas un hilo tembloroso—. Ya es suficiente.
Tenía que desengañarme. Tenía que rec