POV : Cecilia Hernández
Sentí cómo mi garganta se cerraba de golpe cuando Liam pronunció mi nombre con esa seguridad que helaba la sangre. Cecilia. El sonido me atravesó como un cuchillo. Mi cuerpo reaccionó antes que mi mente: me pegué más contra la pared, intentando disimular el temblor de mis manos, buscando refugio en palabras que aún no sabía cómo pronunciar.
—N-no sé de qué hablas —balbuceé, mi voz sonó débil incluso para mí misma—. Te equivocas, Liam. Me confundes con otra persona.
Las excusas brotaron como una cascada, atropelladas, incoherentes. Dije que debía de estar cansado, que su mente lo engañaba, que había demasiada tensión en esa casa y cualquiera podía equivocarse. Repetí mi mentira una y otra vez, como si al hacerlo con suficiente convicción pudiera borrar la verdad de sus ojos.
Pero él no apartaba la mirada. Su silencio era peor que cualquier acusación. Era como si se alimentara de cada palabra que yo pronunciaba, como si esperara que me ahogara sola en mis