POV: Aslin Ventura
Desperté con un ardor en el cuerpo que me hizo fruncir el ceño. Cada músculo dolía, como si hubiera sido atropellada por la vida. Mis párpados pesaban, mi garganta estaba seca… pero estaba viva.
Al abrir los ojos, vi el techo blanco de una habitación de hospital.
Y a una mujer de uniforme acomodando el suero junto a mi cama.
—¿Dónde estoy …? —intenté hablar, pero apenas fue un susurro.
La enfermera me miró con una sonrisa suave, aunque cansada.
—Tranquila, señorita. No se esfuerce. Ya está a salvo… por ahora.
Mi corazón se aceleró.
Me incorporé de golpe, a pesar del dolor punzante en las costillas.
—¡Tengo que irme! —dije con la voz más fuerte que pude—. No puedo quedarme aquí. Él vendrá… él va a venir.
La enfermera se acercó, con ambas manos al frente como si quisiera calmarme.
—Señorita, debe mantenerse acostada. Gracias a Dios el accidente no fue tan fuerte. Tiene golpes, hematomas… pero nada grave. Por suerte alguien vino a traerla a tiempo.
—¿Quién? —pregunté,