POV : Carttal Azacel
El frío de la noche me envolvía mientras lo veía ahí, derrotado, temblando sobre el asfalto de la pista. Alexander Líbano, con su maleta vacía a un lado y los billetes esparcidos como testigos de su ruina, parecía un animal acorralado, intentando, sin éxito, mantener algún vestigio de su orgullo. La ira, la desesperación, la humillación: todo estaba dibujado en su rostro, y no pude evitar una sonrisa que se mezclaba con la rabia contenida que siempre guardo.
—¿Así que este es el gran Alexander Líbano? —mi voz resonó sobre el silencio de la pista—. ¿El hombre que se creía intocable, ahora tirado como un perro callejero?
Él levantó la mirada, llena de horror y desafío, y aunque sus labios intentaban formar palabras, solo salieron sonidos ahogados, jadeos que me recordaban lo frágil que podía ser. No necesitaba más. Su mirada lo decía todo: estaba vencido, y sabía que todo lo que había construido, todo el imperio que tanto tiempo había albergado en sus manos, ahora