Isabella Fernandes
Mi rostro se encendió en el mismo instante en que el recuerdo del sueño cayó sobre mí con la fuerza de un rayo.
—Mierda… —susurré, llevándome las manos al rostro, como si pudiera esconderme de mí misma y de lo que había sucedido.
Pero ya era tarde. Aquellas imágenes estaban grabadas en mí con la nitidez de un secreto sucio. Ardiente. Irresistible. Se proyectan detrás de mis párpados, danzando como sombras prohibidas, arrastrándome de vuelta a lo que debería haber sido solo un sueño, pero que parecía todo, menos irreal.
La forma en que él me empujaba contra la pared, dominando mi cuerpo con aquella mirada implacable.
El calor de su boca explorando mi cuello, sus manos firmes sujetando mi cintura como si tuviera todo el derecho de poseerme. Y las palabras… Dios, aquellas palabras. Palabras que Lorenzo jamás diría despierto. Palabras que me rompían por dentro precisamente por eso.
“Me provocas incluso cuando finges que no me estás mirando…”
“Abre las piernas para mí,