Mundo ficciónIniciar sesiónEl cielo de aquella mañana avanzada tenía una luminosidad suave, filtrada por nubes claras que parecían algodón extendido sobre el azul pálido. El viento soplaba leve, apenas lo suficiente para desordenar algunos mechones del cabello de Isabella, que caían sobre su rostro y se mecían con gracia a cada paso. A su lado, Aurora caminaba dando pequeños saltos, con la mochila rosada colgando de un hombro diminuto.
—Y hoy la profesora dijo que vamos a plantar semillas en el patio, ¡mamá! —anunció la pequeña, con los ojos azules brillando de expectativa.
Isabella sonrió, apretando suavemente la mano de la niña.
—Entonces vas a tener que cuidarlas muy bien, mi princesa. Las plantas crecen má







