BIANCA
Necesito salir y gastar un poco de mi dinero, ya que pagué todas mis deudas: incluso lo que le debía a la dueña del departamento. A la anciana de la cafetería —la misma que me regaló aquella cena tan rica cuando más lo necesitaba— le llevé un hermoso obsequio.
He ahorrado. Mucho. Y aun así, me sigue sobrando dinero. Por primera vez, tengo esa sensacion de que puedo gastar y comprar todo lo que quiera sin preocuparme de que mañana debo pagar deudas, arriendo, comida, porque ahora lo tengo todo.
La mejor noticia llegó después.
Mis padres lograron arrendar sus tierras. Después de tantos años sin poder hacerlo. Después de sacrificarse incluso a sus setenta y cinco años, trabajando porque nadie jamás les tendió una mano. Nos odiaban. Nunca supe por qué. Oí rumores, comentarios sueltos, miradas cargadas de desprecio… pero jamás logré averiguar la razón de tanto vacío hacia nosotros.
Susy era la hija de los dueños del fundo más grande de la zona. Se había ido a la capital muchos años