—Benjamin me propuso matrimonio en año nuevo.
—¡Oh, por Dios! ¡Me hace tan feliz!—se levanta de su asiento y va a abrazarla—¿Cuando será?
—Pensamos que Marzo sería un buen mes, aún no decidimos el día.
—¡Te verás fabulosa de blanco! ¿Puedo ser una dama de honor?
— Claro, no será una boda muy grande, pero quiero que sea linda.
—¡Wao, que emoción! ¿Los demás ya saben?
—Del trabajo tu eres la primera a la que se lo cuento. Solo los vecinos que estaban esa noche en mi casa saben del compromiso. Y mi mejor amiga y su esposo que se están quedando con nosotros.
—Ay, amiga, te deseo lo mejor. Se merecen ser felices. Ya me imagino a la pequeña Emma con su trajecito.
—Gracias, Lisa.
Los días siguieron su curso y, mientras la rutina se restablecía, la familia de Winnie, con Benjamín a la cabeza, se sumergió en nuevos desafíos y alegrías.
La fábrica maderera seguía a buen ritmo, y aunque el trabajo no faltaba, lo que realmente daba energía era el constante apoyo mutuo entre ellos. Winnie sentía u