—¿Quién es tu cuñada aquí? ¿Inventando parentescos?—se burló Emilia.
Cristina respondió tranquilamente:
—Julia es mi cuñada—. Mirando a Julia con sinceridad, dijo:
—Julia, quiero pedirte disculpas por lo de ayer.
Julia quiso ignorarla y trató de llevarse a Emilia:
—Déjalo, no le hagas caso.
—Tú no te metas—dijo Emilia apartando la mano de Julia. Se acercó a Cristina y la examinó de arriba abajo:
—Pareces débil e inofensiva, pero en realidad eres malvada. Llamas hermano a Andrés, pero lo que quieres es seducirlo, ¿no es así?
Cristina cambió de expresión y dijo débilmente:
—No es cierto, no me acuses injustamente.
—¿No es cierto? ¿Entonces por qué los acosas? No tienen lazos de sangre, eres adulta y podrías vivir sola. ¿Por qué insistes en quedarte con Andrés y Julia? ¿No soportas verlos felices, verdad?—atacó Emilia, que no se equivocaba al juzgar a la gente. Había visto la mirada sombría de Cristina hacia los vestidos de novia, como si quisiera destrozarlos.
Cristina intentó explicarse