Con un "¡splash!", Cristina cayó al mar. Su rostro cambió varias veces de expresión, pero ya era tarde. Las olas la envolvieron, arrastrándola una y otra vez hasta que desapareció bajo la superficie...
Tras la caída de Cristina, el grito desgarrador de Dylan resonó en el aire: —¡Cristina!
Entre gritos, apretó el gatillo.
La bala alcanzó el brazo de Julia. Ella palideció y retrocedió, esperando silenciosamente su juicio.
—¡Cristina! —Dylan corrió hacia la barandilla y miró al mar, pero Cristina ya había sido tragada por las olas. No había rastro de ella en la inmensidad del océano.
—¡Búsquenla!
Dylan dio la orden y luego, con los ojos enrojecidos, agarró a Julia del cuello. —¿Por qué la empujaste?
—Me lo debía.
Julia permanecía tranquila. Había considerado las consecuencias de matarla; si no podía vengarse, al menos la mataría: vida por vida.
—¿Por qué eres tan malvada? —Dylan quería matarla. Con las venas de la frente palpitando, quitó el seguro y presionó el arma contra la cabeza de J