—¡Sí señor!—respondió Javier.
Luis vino a cambiarle el vendaje a Julia.
—¿Cómo te sientes ahora?—le preguntó mientras aplicaba el medicamento.
Julia respondió en voz baja:
—Solo mareada.
—Es normal. Si te duele, toma un analgésico. Tuviste suerte, solo te lastimaste la cabeza, los huesos están bien. Con unos días en el hospital y buena alimentación te recuperarás.
—Mmm—Julia asintió débilmente y preguntó:
—Doctor Díaz, ¿cuánto tiempo estuve dormida?
—Tres días y dos noches—respondió Luis. —Durante tu inconsciencia, Andrés te cuidó todo el tiempo. No ha dormido en dos o tres días. Cuando regrese, dile que vaya a descansar un poco. No nos hace caso cuando se lo decimos nosotros.
—¿No les hace caso?—preguntó Julia, incrédula.
¿Desde cuándo Andrés se preocupaba tanto por ella?
Luis explicó:
—Sí, estos días que estuviste inconsciente, no te imaginas lo mal que se puso. El personal médico temía entrar a esta habitación. Si alguien te tocaba sin querer, su mirada podía matar.
Julia no podía i