Emilia preguntó: —¿Lo llevaron a la policía?
—Andrés dijo que sí—respondió Julia.
—Menos mal. Es un verdadero demonio—dijo Emilia y le preguntó a Julia: —¿Quieres comer fruta? Te traje duraznos, que sé que te gustan.
—Dame uno—pidió Julia. Después de dormir varios días, tenía algo de apetito.
Emilia le peló uno y se lo dio. —Por cierto, me he dado cuenta de que Andrés en realidad te trata bastante bien. Siempre que estás en peligro, él aparece para ayudarte.
Julia mordió el durazno y asintió, mostrando su acuerdo.
—Antes casi nunca venía y pensaba que era muy frío, pero este año te ha salvado varias veces. Ya no me parece tan malo—comentó Emilia, viendo cómo trataba a Julia y cambiando un poco su opinión sobre él.
Julia guardó silencio.
Emilia le preguntó: —¿Por qué no dices nada?
Ella suspiró. —Yo también creo que es bueno, pero...
Ya no se trataba de si quería estar con él o no, sino de que otros no los dejaban estar juntos.
—Mejor cambiemos de tema. Emilia, estos días que estoy heri