Mundo ficciónIniciar sesiónEl aire en las Tierras Sombrías no era aire; era una mezcla espesa de humedad, descomposición y un hedor mágico a desesperación. Respirar aquí era tragar el veneno emocional. Dos mil lobos avanzaban por un sendero serpenteante bajo un cielo perpetuamente encapotado, donde la Luna era apenas una promesa invisible. El silencio era roto únicamente por el crujido disciplinado de las botas Draconis y el movimiento sigiloso de la Ceniza.
La presión sobre Anya era inmensa. Mientras marchábamos, su aura Anuladora trabajaba horas extra, filtrando la pesada toxicidad mágica de la tierra. La Plaga no necesitaba atacar para debilitarnos; su propia presencia impregnaba la desesperación ancestral de la Ceniza que había sido exiliada.
—El suelo está envenenado, Kael —me envió







