Mundo ficciónIniciar sesiónLa sala del Consejo, diseñada para la autoridad unidireccional, ahora se sentía como un ring de boxeo. En la mesa de caoba, Eris se sentaba frente a Marcus, el Beta que apenas se había recuperado de la humillación de la plaza. A mi derecha, Anya se mantenía imperturbable, su mano reposando discretamente sobre mi rodilla; su tacto era la única cosa que evitaba que la energía mágica en mi pecho me hiciera estallar.
El Gran Anciano, bajo vigilancia, estaba siendo representado por su segundo, un lobo tan petrificado por la disciplina como su maestro, y que me miraba con una lealtad venenosa.
—La Ley de la Unificación exige que la Ceniza comparta información vital, C







