Mundo ficciónIniciar sesiónAnya entró en la Sala del Consejo con la misma arrogancia que si hubiera nacido entre la realeza de la manada Draconis. Se movía con la cabeza alta, ignorando el murmullo de los Betas de alto rango, los Ancianos y, sobre todo, la presencia opresiva de Alfa Zafiro y sus dos lugartenientes.
El ambiente era cargado, una mezcla de pino quemado y miedo. Kael la arrastró suavemente hacia el centro de la sala. Su mano estaba firmemente plantada en la parte baja de la espalda de Anya, una señal de propiedad que no admitía discusiones.
—Ella se queda —anunció Kael, su voz cortante, antes de que el Gran Anciano pudiera objetar. —Mi mate no solo me acompaña; es mi consejera. Acaba de regresar de la frontera con información vital.
El Gran Anciano, un







