Bianca
El toque de sus manos fue tan inesperado que casi me olvidé de respirar.
Cerré los ojos un momento, obligándome a concentrarme en lo que me estaba enseñando y no en el hecho de que su mano seguía en mi cintura.
—Ahora apunta, —susurró, su voz calmada justo junto a mi oído—. Usa la mira delantera y alinea con el objetivo.
Abrí los ojos, enfocándome en las latas frente a mí. Apreté los labios y me concentré, haciendo lo que me había indicado.
—Respira, Bianca, —dijo suavemente, y su mano en mi hombro me dio un pequeño apretón—. Tómate tu tiempo. Inhala. Exhala. Y cuando estés lista, aprieta el gatillo.
Seguí sus instrucciones, inhalando profundamente antes de exhalar lentamente. Luego apreté el gatillo. El sonido del disparo resonó en todo el lugar, y el retroceso me asustó, haciendo que diera un paso atrás.
Pero cuando miré hacia el tronco, vi que una de las latas había caído.
—¡Lo hiciste! —exclamó, y su sonrisa amplia fue suficiente para hacerme olvidar el dolor que sentía en