Nicola
Cuando el último hombre de la Camorra cayó, me tomé un segundo para recuperar el aliento.
Me limpié la ropa, sacudiendo el polvo y las astillas de madera que habían saltado de los bancos destrozados. Valentina estaba a mi lado, aún con el arma en la mano, su respiración controlada, aunque podía ver qué aún estaba alerta.
Ella siempre estaba lista para pelear de nuevo. Y eso me excitaba mucho.
Algunos de los jefes de familia comenzaron a acercarse a nosotros, sus ojos se intercalaban entre mi esposa y yo, llenos de incredulidad y sorpresa en sus rostros.
Sentí el peso de sus miradas sobre mí.
Sabía que tenía que hablarles, tenía que tomar el control de la situación antes de que las dudas comenzaran a germinar en sus mentes.
Este ataque de la Camorra, en nuestro lugar sagrado, no solo era una agresión contra nosotros, sino una declaración abierta de guerra.
Pero ellos aún no sabían quién era el que estaba al mando de la Camorra. No se lo esperaban.
Abrí la boca, listo para explic