Valentina
Nicola no me había dejado sola en los días previos a la fiesta, y no me quejaba de eso.
Pero a pesar de que disfrutaba de su compañía y constantes atenciones, estaba en pánico, no por los castigos que se esmeraba en hacerme sentir, sino lo que había escuchado.
Había oído su charla con su padre. Decir que estaba "listo para casarse" y que lo anunciaría en la fiesta.
La sensación de estar atrapada de nuevo, de salir de un hombre deplorable solo para caer en las garras de otro, más peligroso y autoritario, me tenían asfixiada.
Sabía que estaba obsesionado conmigo, pero a veces no podía evitar pensar que Antonio, a su manera brutal, al menos había sido directo en cuanto a sus intenciones. Me había arrancado mi virginidad como un animal, sin disfrazarlo de otra cosa.
Y ahora, estaba atrapada, otra vez. Y no estaba segura de qué era lo que Nicola quería de mí, no realmente.
Bianca casi no había hablado conmigo esos días. Cada vez que intentaba acercarme a ella, había una pared inv