Valentina
Sentí sus manos recorriendo mi espalda, suavemente, pero con una firmeza que me dejaba sin aliento.
No era el toque de alguien que buscaba consolarme, era el toque de alguien que sabía que tenía todo el poder. Su control sobre mí no era solo en la fuerza, si no la certeza de que ya me estaba rindiendo emocionalmente.
—Relájate, —ordenó, mientras sus dedos bajaban por mi costado, rozando mi piel.
Apenas podía escucharlo, y mi cuerpo reaccionaba a cada uno de sus movimientos, y eso me hacía sentir aún más vulnerable.
Mis piernas estaban separadas por la barra, mis manos atadas firmemente a la misma estructura, lo que me dejaba sin posibilidad de moverme más allá de lo que Nicola decidiera.
La impotencia de esa situación me quemaba, pero al mismo tiempo, sentía una sensación abrumadora que no podía describir. No era solo miedo, no era solo vulnerabilidad. Era una mezcla de ambas, entrelazadas con una atracción que no quería reconocer.
—Ya no hay escapatoria, —continuó él, con s