La salida de Ethan del hospital fue un evento agridulce para Sienna. La felicidad de ver a su hijo, cada día más fuerte, chocaba con el creciente peso de su secreto. La presencia de Chris y Leo en su casa, cada uno con sus propias expectativas y anhelos, se había convertido en un recordatorio constante de la telaraña de mentiras en la que estaba atrapada.
La profecía de la anciana, con su promesa de destino y su advertencia sobre el "humano", se había anidado en su mente, y ahora, con Ethan a salvo, la necesidad de respuestas se hizo insoportable.
— Creo que por hoy estaré bien sola — Ella dejó saber sin rodeos a ambos hombres que se empecinaban en probar fuerzas él uno contra el otro como si de una competencia se tratase. — Pro favor, quiero estar a solas con mi hijo…
— Pero, Sienna yo… — Chris fue el primero en protestar.
— Chris, por favor, no hagas esto… — Le dijo con voz suave, no quería faltarle al respeto, no quería herirlo tampoco, y estaba demasiado comprometida con él por ag