Las manos de Leo comenzaron a recorrer el torneado y hermoso cuerpo de la rubia con cuidado, grabando en su mente cada camino sinuoso, cada curva y cada valle, como si necesitara tatuarlo en su mente, y con tal delicadeza que la hizo estremecer.
Sienna no pudo evitar dejar escapar un suspiro. En su mente y desde siempre, había estado bloqueando sus sentimientos, sus emociones y todo lo que cada célula de su ser sentía por el Alfa, todo lo que su cuerpo le pedía.
Había estado tan centrada en rechazar todo lo que Leo significaba para ella que, ahora, con la oportunidad de permitirse sentir su aroma, su aliento y su piel tan cerca era un poco intimidante, no podía evitar sentir un temor irracional ante la idea de amar al hombre con el mismo rostro de sus peores miedos.
Ylas dudas, todavía estaban presentes, como si los recuerdos quisieran tomar la forma de Robert Evans en rostro, la piel y las manos de su hermano.