Aunque todavía tenía sus dudas, a Salomé y su grupo no le quedó de otra más que seguir a aquel lobo gris al interior del palacio.
Mientras caminaban por los pasillos de este, Salomé se dio el tiempo de ver el interior de la construcción: aunque era claro que eran paredes de adobe, se veía que se esmeraban mucho para lograr darle un aspecto de palacio, pues había grandes columnas, antorchas e incluso estandartes con el escudo de un lobo gris y una media luna dibujados en ellos.
A medio camino localizaron a una loba gris, quizás una criada, a la que el lobo que les iba guiando le llamó y le dijo:
—Por favor llama a la señora Xenia, dile que es urgente que me vea en el salón principal.
—Claro que sí señor —respondió la criada haciendo una reverencia antes de salir corriendo a cumplir la tarea que se le había dado.