La isla de Arcadia es el hogar de dos manadas de hombres lobo, la manada de los lobos grises y la manada de los lobos negros. A esta última pertenece Salomé Canek, una loba de pelaje ocre que oculta un secreto que se revelará una vez que dos misteriosos personajes llegan a la isla.
Ler maisA porta pesada do The Black Room se fechou atrás deles, selando Sophia em um mundo que não lhe pertencia, mas que, de alguma forma, parecia ter sido feito para ela.
Seu coração batia frenético contra o peito, não por medo, mas pela promessa do desconhecido. O ar era carregado, denso com uma eletricidade que parecia vibrar em sintonia com seu próprio corpo. O perfume amadeirado de Giovanni envolvia seus sentidos, um lembrete constante da presença dominante dele, enquanto sua mão firme a guiava com precisão, pressionando a base de suas costas nuas.
Ela sentia o calor dele, a força silenciosa que exalava de cada movimento, de cada toque, de cada palavra não dita.
— Confie em mim, Sophia. — A voz dele veio baixa, um sussurro grave que reverberou por sua espinha como uma promessa perigosa.
Ela engoliu em seco, seus dedos tremendo levemente, mas não recuou. Porque, apesar do desconhecido, apesar da tensão quase insuportável entre eles, ela queria aquilo.
O quarto era um santuário de controle e desejo, um espaço onde os limites eram testados e o prazer era moldado pela entrega. As paredes escuras absorviam a pouca luz vinda de velas estrategicamente posicionadas, criando sombras dançantes que faziam cada detalhe parecer ainda mais intenso.
Mas não eram as sombras que capturavam sua atenção.
Eram os objetos.
Algemas de seda, vendas de veludo, chicotes finos, cordas trançadas. Uma coleção cuidadosamente organizada de instrumentos de prazer e submissão.
Sophia sentiu o peito subir e descer com mais força.
Um universo completamente novo se abria diante dela.
Giovanni parou atrás dela, e antes que pudesse absorver tudo ao seu redor, seus dedos deslizaram lentamente por seu braço desnudo fazendo ela arfar.
O toque dele era firme, porém provocante.
Cada deslizar dos dedos parecia uma pergunta silenciosa, um convite para atravessar um limite invisível.
—
Está pronta para me pertencer esta noite?O calor dele irradiava contra sua pele, um contraste hipnotizante com o frio sutil do ambiente. Sophia fechou os olhos, tentando controlar a avalanche de sensações que ameaçava consumi-la. Mas já era tarde demais.
— Sim… — Sua voz saiu como um sussurro, carregada de uma necessidade que a assustava e a excitava na mesma medida.
Giovanni sorriu, satisfeito com a rendição implícita nas palavras dela. Pegou uma venda de veludo e a deslizou suavemente sobre seus olhos. O mundo ao redor desapareceu. Nada além do som de sua respiração e do calor da presença dele restava.
— No escuro, você sentirá mais, Sophia.
Sua voz roçou sua orelha, enviando um arrepio intenso por sua pele. O desconhecido aguçava cada sentido, cada expectativa. Ela estremeceu quando sentiu a textura das fitas de seda envolvendo seus pulsos, delicadas, mas firmes, atando-a à mercê dele. A sensação de imobilização fez sua pulsação disparar.
— Agora, apenas sinta.
Ela ouviu o farfalhar da roupa dele, o som rouco dos sapatos se afastando e depois voltando. Então, um toque quente, dominado pela precisão de alguém que sabia exatamente o que estava fazendo, deslizou por seu ombro, descendo lentamente pela curva de sua coluna.
Cada toque era um comando silencioso.
Cada suspiro, uma rendição inevitável.
Os lábios de Giovanni a tocaram, explorando-a sem pressa, sem hesitação. Sua língua traçou um caminho torturante pelo seu pescoço, sua respiração quente provocando um contraste entre prazer e expectativa.
As mãos dele desceram por seu corpo, explorando-a com um domínio absoluto, como se ela já lhe pertencesse há muito tempo.
— Você é fascinante assim, entregue-se a mim… — A voz dele soou rouca, carregada de desejo contido, de uma fome que ela sabia que não era apenas dela.
O mundo ao redor se dissolveu.
Sophia já não sabia mais onde terminava e onde começava.
A venda privava sua visão, mas seus outros sentidos estavam mais aguçados do que nunca. Cada toque dele era fogo e gelo ao mesmo tempo, desenhando nela um caminho sem volta.
O prazer e a excitação se misturavam à adrenalina de estar à mercê de um homem que a fazia sentir-se simultaneamente protegida e vulnerável.
— Eu poderia devorá-la inteira esta noite. — Ele sussurrou contra sua pele, os dentes roçando levemente em seu ombro.
O corpo de Sophia estremeceu, e ela sentiu o calor líquido do desejo se espalhar dentro de si.
Ali, naquele quarto escuro, nas mãos de um homem que sabia exatamente o que fazer com ela, Sophia teve certeza de uma coisa.
Ela nunca mais seria a mesma, porque Giovanni Bianchi acabara de marcá-la.
E ninguém jamais a tocaria do mesmo jeito novamente.
Y listo, con esto he completado lo que sería el volumen 1 de las aventuras de Salomé.Un poco de trivia: la idea original era empezar esta historia por todo lo alto, haciendo que Salomé dejara su hogar y se fuera por el mundo enfrentando poderosos enemigos. Todo pintaba a ser una saga larga que podría expandirse a varios volúmenes… pero entonces recordé que no he tenido suerte con sagas largas y decidí un inicio un poco más modesto para mi loba: una aventura que se pudiera considerar auto conclusiva y pudiera cerrar con un “Fin” y no un “continuará…” en caso de que no me fuera conveniente seguirla.Ahora, ¿voy a trabajar en la siguiente parte? Bueno, si bien el recibimiento que tuvo la obra no fue el que esperaba, me parece que fue uno bastante bueno, lo suficiente para motivarme a continuar la historia, tal vez no como una de mis prioridades, pero sí esta
Varios días ya habían pasado desde que Salomé y Carolos se habían ido de su villa.En la entrada de esta, al lado de varios cazadores, Daniel y Barak esperaban ansiosos. Tan sólo el día anterior un mensajero de los lobos grises les había llevado el aviso de que Tyrone en persona iría a verles.Tanto el alfa como el beta de los negros estaban nerviosos pues no sabían qué significaba la visita del alfa gris y si tendría que ver con las acciones de sus hijos. Pronto, saliendo del bosque, se hicieron visibles las figuras de varias personas; eran en su mayoría cazadores grises, encabezados por Tyrone, veía que venía su beta con ellos y aunque no había rastro de Kimaris o Claus, sí notó en cambio otras cuatro personas a su lado: una pelirroja, Carolos… y a sus dos hijas.Nada más verle a la distancia, Nicole no aguantó las ganas y
Claus levantó la mirada y vio que era Salomé quien le sostenía de su mano izquierda para evitar que cayera a aquel funesto destino.—Claus… —le llamó la loba— Se terminó, perdiste. Pero está bien, por favor, sólo ríndete y entréganos el anillo. No tiene que terminar así.El lobo gris le miró. Primero inexpresivo y luego… sonriendo.—No hay marcha atrás en el camino que yo mismo elegí, cachorra —respondió bajando la cabeza y cerrando los ojos—. Después de todo, traicioné a mi manada con el único objetivo de obtener un deseo egoísta para mi corazón.Ante esas palabras, sorprendida, Salomé levantó las cejas. Claus abrió los ojos y continuó:—La única forma que tengo para salir de esta es entregarte el anillo, ¿y luego qu&eac
Los tres giraron sus cabezas al lugar en el que habían dejado lo que creían era el cadáver de la loba de pelaje ocre y la vieron apoyándose en su rodilla para al fin levantarse.—¡Sal!—¡Salomé!Exclamaron la guardiana y el beta respectivamente.Con energía renovada, Egan se puso también de pie y junto con Kaia corrieron hacia la loba bajo la atenta mirada de Claus que se permitió ese gesto de amabilidad.Nada más llegar con Salomé, Kaia se apuró a abrazarla, aliviada de ver a su amiga viva, mientras que Egan preguntó:—¿Cómo te encuentras?—Peor de lo que se ve —respondió la loba y una vez que la vampiro le soltó, miró a Kaia y dijo—. Si tú estás aquí, eso significa…—Sí —asintió Kaia—. Tu hermana, Nicol
Claus miraba con cierta decepción en su rostro el cuerpo inerte de Salomé que sostenía por el cuello de la blusa de esta, cuando escuchó los pasos de Kaia y Egan entrar al recinto. Giró la vista hacia ellos y al verlos, sus cejas se levantaron por la sorpresa. Arrojó el cuerpo de la loba hacia un rincón de la habitación como si fuera un montón de basura y preguntó calmado pero con cierto tono amenazante en su voz:—Kimaris, ¿en dónde está?El lobo y la vampiro ignoraron la pregunta y fueron corriendo hacia donde el cuerpo de su compañera había caído, se arrodillaron al lado de esta para revisarla. Se le veía en un terrible estado, con un hilo de sangre bajando por su frente y otro saliendo de su labio hinchado.—¿Cómo está? —preguntó Egan al ver que Kaia comenzaba a revisar a Salomé.&m
Kimaris había logrado escapar, pero por lo menos no todo estaba perdido. Había logrado recuperar el Dubhe y ahora que con seguridad la demonio estaría lejos, su influencia desaparecería.Dicho y hecho: Tyrone que continuaba luchando tan ferozmente contra su beta, se detuvo, su cuerpo al fin y al cabo era viejo y si continuaba moviéndose era por las órdenes de la demonio, así que sin más hilos que lo movieran, cayó presa del cansancio al suelo.—¡Señor Tyrone! —gritó Egan yendo a revisar el estado de su alfa, pero se sintió aliviado al ver que sólo estaba inconsciente.Por su parte, Nicole dejó de pelear contra Carolos, confundida parpadeó un par de veces y luego miró al lobo.—¿Ca-Carolos? —preguntó la pequeña.Aliviado, el hijo del beta negro suspiró feliz de que ya no tení
Último capítulo