Capítulo 87. Necesita alas
La boca de Isabella se abre de placer, sus labios forman una “O” silenciosa mientras Benedict toma uno de sus pezones con la boca y comienza a succionar con una suavidad desesperante. Sus manos se aferran con fuerza al sofá, intentando contener los estremecimientos que recorren su espina dorsal. Dentro de ella, todo se retuerce de impaciencia. Cada caricia, cada lamida, cada succión la lleva al borde del abismo. Pero lo sabe, ese cuerpo masculino sobre ella tiene el control absoluto en estos momentos, y a él parece gustarle hacerla esperar.
Con los ojos cerrados, deja que sus dedos se entierren con ansiedad en el cabello de su esposo. Empieza a guiarlo con movimientos lentos y decididos, marcando un camino invisible. Benedict sigue ese recorrido con labios y lengua, desciende por su pecho, deja un rastro húmedo de besos cálidos y lentos.
Llega a su vientre, y allí se detiene unos segundos. Sus labios descansan sobre la suave curva que apenas se insinúa bajo la piel tersa de Isabella.