En un mundo donde tener unas curvas pronunciadas es sinónimo de obesidad, Eleonor Rossi vive con el constante hostigamiento de su madre y hermana por su figura, pero trata de que los desprecios de los demás no la afecte, está enamorada y su gran amor la hace feliz. Durante dos años, Eleonor vivió a escondidas, siendo la amante de un hombre al que entregó su corazón ciegamente. Ella alimenta la ilusión de que, un día, él la sacaría de las sombras y la convertiría en su todo. Pero esa fantasía se desmorona cruelmente cuando descubre que él está por casarse… con otra. Y lo peor: le ofrece continuar siendo su secreto mejor guardado. Humillada y rota, Eleonor siente que su mundo se derrumba. Las inseguridades que han sido sembradas por su familia y su propio amante por su físico resurgen con más fuerza que nunca, recordándole que, para algunas personas, ella nunca será suficiente. Es entonces cuando aparece Luca: un hombre marcado por el abandono y atrapado en un matrimonio sin amor, atado a una mujer manipuladora que lo chantajea con lo que más ama: su hija. Luca no busca redención. Solo venganza. Y Eleonor… podría ser su arma perfecta. Pero lo que comienza como una alianza bajo intereses ocultos, pronto se convierte en una conexión intensa, peligrosa, imposible de ignorar. Ambos tienen heridas abiertas. Los dos han sido utilizados. Ambos están cansados de sufrir. Pero en un juego donde el amor se mezcla con la traición, y el deseo con la culpa… ¿Es posible construir algo real sobre las ruinas del pasado? ¿Podrán Eleonor y Luca superar sus problemas personales, construir una relación auténtica? ¿Hay espacio en la vida de Luca para una amante curvy despreciada que lucha día a día con sus propias inseguridades?
Leer másCapítulo 16 Una niña solitariaLucas llegó al colegio de su hija y bajó apresuradamente dirigiéndose a la entrada. Al hacerlo, preguntó al personal de guardia por su hija, y le indicaron que estaba en la enfermería.Al ver la diminuta figura de su pequeña niña acostada en una camilla, con una cura en la frente, su corazón se encogió. Se acercó rápidamente a ella abrazándola.—Cariño, ¿Qué te pasó? —preguntó, preocupado.La enfermera, sentada al lado de la camilla, le miró.— ¿Es familiar de la niña?—Sí, soy su papá, Luca Smith.La enfermera le explicó que su hija se había caído en el patio de juegos.—Se dio un golpe en la cabeza, pero está consciente. Solo estamos monitoreándola por precaución —dijo, tratando de tranquilizar a Luca.El alivio y la preocupación se cruzaron en su rostro. Se inclinó más hacia su hija, sintiendo la necesidad de estar a su lado.— ¿Te duele algo, cariño? —preguntó, acariciando su mano.Su hija miró hacia él, con ojos grandes y asustados.—Un poco, papá,
Capítulo 15 Te dejo ir Michael entró despacio. Tan elegante y sobrio como siempre, derrochaba sofisticación en su forma de vestir, en su aroma y en sus ademanes. Parecía un modelo de pasarela. Sin embargo, ahora Eleonor comprendió que en su atractivo rostro también se reflejaban el cinismo y un profundo desprecio por los demás. Al ver su cara de complacencia, entendió que no se sentía arrepentido; era la expresión de un hombre que cree que todo se lo merece.Él, con desagrado, observó las maletas y luego se acercó a Eleonor, tratando de darle un beso. Pero ella se apartó, como si su cercanía pudiera quemarla.— ¿No tienes vergüenza?—lo pensó mejor, no quería seguir discutiendo — En fin… yo solo vine a recoger mis cosas.— ¿Vas a seguir con eso? —preguntó él, acercándose un poco más—. Sabía que te encontraría aquí. Este es nuestro refugio. Lamento lo sucedido en la oficina. He estado llamándote, pero no has querido responder mis llamadas. Ellis, no tienes que irte de aquí, tampoco ni
Capítulo 14 No quiero verlo de nuevoEl rostro de Lucas mostraba una expresión de preocupación.—Cariño, tranquilízate y espérame allí.Colgó y se dirigió a Eleonor.—Lo lamento, tengo algo que hacer.—Entiendo perfectamente. Ya has hecho mucho por mí. ¡Ve con tu esposa!—No era mi esposa. Es mi hija. Al parecer se siente mal. Debo ir a buscarla al colegio.Eleonor recordó a la dulce niña y se preocupó.— ¿Qué le pasa?—No lo sé. Debo ir allí y averiguarlo por mí mismo. Eleonor, espero tu llamada. Aquí tienes mi tarjeta. Es mi número directo. ¿Podrás encontrar el automóvil por ti mismo?—Descuida. Lo haré. No soy una damisela en apuros. —Sonrió— Aunque lo parezca. Pero gracias por tu preocupación. Ve con tu hija. Salúdala de mi parte.—Está bien… escucha… para mi hija, eres su heroína. Siente que la salvaste y en verdad se preocupa por ti. Su cariño es genuino. ¿Podrías llamarla alguna vez? ¡Eso le agradará!—Ella es muy tierna. Lo voy a pensar. —Le prometió, aunque no tenía intención
Capítulo 13 Una bonita venganza—¿De verdad crees que es tan sencillo? —preguntó ella, —Yo… no puedo hacer eso. No soy una persona así.Eleonor se preguntó porque seguía hablando con el hermano de Michael. El hecho de ser hermano de ese mal hombre demostraba que no era de confianza.Luca hizo un gesto de asentimiento con la cabeza. No la presionaría. La decisión sería solo de ella.—Cualquiera en tu situación aprovecharía la oportunidad.Él se acercó un poco más, sin llegar a apretujarla, pero poniéndola aún más nerviosa. Ella levantó la vista y se encontró con la furia apenas contenida de su mirada. Con su imponente estatura y su mirada severa y melancólica, se mostraba autoritario, sin esfuerzo.—Mírame —le dijo él. —No le debes ninguna consideración a ese idiota. Él no te merece. —Su voz sonó grave—. Otra mujer en tu lugar aprovecharía la oportunidad que le ofrezco. Además, te garantizo que en mi empresa tendrás un empleo seguro. También estoy en el sector de la moda y soy más ex
Capítulo 12 Un hombre despreciableEleonor se encontró bajo la mirada de un par de ojos negrísimos. Luca se inclinó ligeramente hacia adelante, su rostro tan cerca del de Eleonor que podía sentir su aliento, lo que intensificaba la tensión en el aireEso la inquietó tanto como el hecho de que ese hombre la agarrara suavemente por la muñeca.No era un contacto agresivo, pero tampoco era amable. Evidentemente, intentaba impedir que se le escapara.Su aroma y su cercanía provocaron en ella un rubor incontrolable. El único hombre al que se había sentido atraída antes era Michael. Y la razón era que dado sus problemas de autoestima no manejaba muy bien el arte del coqueteo, muchos menos con un hombre atractivo y poderoso como este. Por lo que se sentía intimidada.Tragó saliva, sintiéndose pequeña frente a su altura. La diferencia de estatura la hacía sentir frágil, como si pudiera desvanecerse en el aire.—No respondiste a mi mensaje de anoche, ya te lo dije ¡Quiero hablar contigo! Puede
Capítulo 11 Nada de escándalosLuca acariciaba su barba bien cuidada. Muy dentro de sí, se carcajeaba al observar la inquietud de Michael. Por un momento, sintió pena por él. No era fácil fingir ser jefe y no serlo; el verdadero jefe era Ronald Smith. Michael Smith era solo un niño jugando a ser hombre, un imbécil temeroso de papá.—Nada, papá. Solucionando algunos problemas laborales —respondió Michael, con una sonrisa forzada.— ¿Problemas laborales? ¿Acaso arreglas los problemas a gritos?—Me exalté, papá. —le respondió, luego dirigió su mirada a Luca—¡Tú! ¿Qué buscas tú aquí?—Michael, ¿así es como me recibes? Somos hijos del mismo padre. Aunque mi propio padre no me haya tratado como tal. Pensé que tú estarías agradecido conmigo. Después de todo, has estado viviendo la vida que debería haber tenido yo —le dijo mientras lo miraba con frialdad—. También has echado a perder oportunidades que deberían haber estado a mi alcance.— ¡Deja de decir estupideces! —Solo pase por tu oficina
Capítulo 10 ¿Qué son esos gritos?Luca salió de la ducha, aun sintiendo el calor del agua en su piel. Solo una diminuta toalla cubría sus partes íntimas y su mente estaba agitada, llena de pensamientos confusos. Al abrir la puerta que dividía el baño y su habitación, se encontró con Carla. Ella estaba acostada en su cama en una pose sensual, su figura envuelta en un negligé de encaje negro que dejaba poco a la imaginación.La forma en que ella lo miró sugería que estaba lista para algo más, y eso provocó un acceso de rabia en él. ¿Cómo se atrevía?— ¡Maldición! —exclamó—. ¿Qué demonios haces aquí? —Su irritación era evidente.—Cariño, ¡soy legalmente tu mujer! —respondió Carla, acercándose con una sonrisa seductora. Su mirada intensa de deseo y sus dedos rozando el borde de la toalla lo incomodaban—. Yo… te deseo. ¡Hace tiempo que no me tocas!Luca la miró con desprecio, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba. No había nada en ella que despertara su deseo; solo un rechazo profundo.—No m
Capítulo 9 Sueños rotos —Tú trabajas allí, puedes hablar con tu jefe. Dile que necesitamos tiempo para cubrir el pedido —dijo Cristina con voz tensa, casi suplicante. —Eres una irresponsable —replicó Eleonor, la frustración y el dolor en su tono—. Antepusiste el beneficio sobre la responsabilidad de cumplir los plazos con el cliente. —Ya te lo dije, nunca nos exigieron cumplir con los plazos. Ellos siempre esperaban. Pensé que sería igual esta vez —su voz se escuchaba temblorosa. Eleonor sabia que todo eso era una estratagema de Michael, lo hizo para someterla en el momento que quisiera. —Habla con ellos, baja los precios como compensación por la espera —insistió Eleonor, pero en su tono no había seguridad, sonaba más bien desesperado. —No me atienden. Ya fui hasta allá desde que se comunicaron con nosotros y me pasan al departamento legal. Nos hundirás si piden compensación económica —señalo Cristina con un tono ahogado. —Habrá que pagar. Venderemos algo. Hay que buscar el mod
Capítulo 8 ¿Cómo pudiste? Eleonor aceptó que el chofer la trasladara. Tenía que llegar a casa de su madre. Ver que estaba ocurriendo. Aún estaba preocupada por su padre y no perdería el tiempo buscando un taxi. Aparte de que en realidad no se sentía muy bien. El automóvil se detuvo. Antes de poner el automóvil en movimiento, le había dado la dirección de la casa de su madre al chofer. Al bajar del automóvil, otro vehículo iba llegando. Eleonor reconoció a su hermana. Cristina se quedó viendo con asombro el automóvil de lujo de donde salía Eleonor. Se moría de curiosidad. — ¿Qué hace ella bajando de un automóvil tan lujoso? ¿En qué andará esa cochina gorda? Ambas se encontraron en la puerta de entrada y Cristina no pudo evitar preguntar: — ¿Eleonor, quién te trajo? ¿Dónde está tu carcacha? Eleonor no estaba de humor para sus ironías, así que se encogió de hombros y avanzó sin prestarle atención. Abrió la puerta y en el salón encontró a su madre inquieta, caminando de un lado a