—Mira lo que hiciste —dice Bella con la voz temblorosa, sin poder evitar que la vergüenza se le note en la cara—. ¿Qué pensará mi hermano de mí?
—Bella, ¿me estás escuchando? ¿Qué haces ahí adentro? —insiste Esteban desde afuera del auto.
—No puede ver adentro, no te preocupes —responde Benedict con tranquilidad, aunque su tono firme no permite objeción.
Bella trata de calmarse. Respira hondo, una, dos, tres veces, y finalmente toma valor para abrir la puerta.
—¿Por qué vienes aquí con él? ¿Dónde estabas? —estalla Esteban apenas la ve, visiblemente furioso—. ¡Te dije que no salieras de casa