Capítulo 128. Ya no son nada
Bella sale a la calle, pero no pasa ningún taxi. Espera varios minutos con paciencia fingida, aunque por dentro se siente frustrada. No tiene ganas de caminar hasta la parada de autobús, y lo cierto es que ni siquiera conoce bien el recorrido actual de esa línea. No sabe si pasa por su casa, si aún funciona a estas horas o si deberá caminar de todos modos desde alguna avenida cercana.
Suspira y se cruza de brazos. No quiere llamar a Esteban. No esta vez. Quiere aprender a manejarse sola. Ya tiene treinta y dos años y es madre de dos niños. Su hermano no puede salvarla para siempre y ella no debería esperar que lo haga.
Empieza a caminar hacia la parada, sin apuro. Mientras lo hace, la voz de Benedict retumba en su memoria. “¿Por qué no te quedas a cenar y luego te llevaré a casa?” El descaro de ese hombre la desconcierta. ¿Cómo puede atreverse a invitarla a cenar cuando tiene esposa? Es evidente que no ha cambiado nada. Sigue siendo el mismo arrogante que actúa como si el mundo le per