—Bien, tomaré todo esto en cuenta. Ahora, si no tienes nada más que decirme, me voy a retirar —dice Bella mientras se levanta y guarda cuidadosamente las muestras de color en su cartera.
Benedict también se pone de pie, sin perderla de vista.
—Isabella… —la llama, y solo con pronunciar su nombre completo logra estremecerla. Ella se detiene, sin girarse todavía—. ¿Me detestas, verdad? —pregunta con voz baja, cargada de tensión y mirándola directo a los ojos.
Bella lo enfrenta, serena.
—No —responde sin titubear—. No me gusta sentir odio por nadie.
—¿De verdad? —insiste él, buscando una grieta