Capítulo 14

A la hora de almuerzo volvió mi frustración, comer con la mano izquierda no era fácil y, aunque ya estaba más acostumbrada, todavía me costaba. Comí en silencio para no enojarme ni hacer una escenita.

Ellos hablaban, pero yo no los escuchaba. Estaba concentrada en no derramar mi comida, además, tenía sueño y sentía el pie adolorido. Quería acostarme y descansar.

De pronto, sentí la mano de Gabriel sobre la mía.

―Darling, te estás durmiendo.

Yo lo miré confundida, él me regaló una sonrisa.

―Vamos, te llevaré a tu habitación.

Apartó mi silla y me tomó en sus brazos.

―Vuelvo enseguida ―le dijo a los demás.

Yo me apoyé en su hombro. Olía tan bien, que gemí.

―¿Te duele algo?

―No ―respondí con sinceridad―. Es tu olor.

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