Gabriel y Ángela se fueron a un hotel donde esperarían su vuelo para viajar a Sudamérica. Ángela se sentó en el borde de la cama y se dobló en dos.
―¿Qué pasa, darling?
―Me duele.
―¿Qué te duele?
―El vientre.
―Espera, llamaré al médico del hotel.
Lo hizo y en pocos minutos llegó el doctor y le explicaron lo sucedido, incluso lo ocurrido en la fiesta. En tanto hacían eso, Ángela comenzó a sangrar.
―Debe acostarse, le sugiero que llame a su obstetra, deben realizar una ecografía para corroborar que todo esté bien, el sometimiento a un estrés tan fuerte puede provocar problemas en los embarazos.
―Pero ella estaba bien, doctor.
―Sí, quizá la adrenalina la tenía muy alta y eso impidió que pudiera darse cuenta de que no estaba todo lo bien que pensaba.