45. MISA

Guardaba silencio, concentrada en lo que decía el padre Bartolomé, y al escuchar la frase y de lo que iba la dedicación ese día me quedé congelada.

"Entonces fue traído ante él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba"....

Y continuaba la cita con mucho fervor, y por momentos se quedó mirándome fijamente, y un estremecimiento me recorrió a tal punto de que hice la cruz, asustada. Sin embargo, aunque decía que el señor había logrado librarlos de tal calamidad. Yo me quedé allí en esa oración, preguntándome si no estaría endemoniada.

¿Quizás alguno de ellos se apoderó de mi espíritu, mi mente, y mi alma?

Pensaba sintiendo como el miedo se apoderaba de mí. No podía concentrarme en la misa, esta idea daba vueltas en mi cabeza provocándome gran miedo. Sobre todo por lo que había vivido la noche anterior. Fue todo tan vívido que no podía concebir la idea de que no fuera realidad, tenía que existir una explicación. Cuando terminara todo,
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