EPÍLOGO
Los años pasaron y mi Julián, no aparecía. Sin embargo, había algo que llamaba mucho mi atención, pues era lo último que me había regalado antes de partir, y había tomado el trabajo de colocarlo el mismo. Un hermoso ramo de nomeolvides lo había colocado en un búcaro muy precioso. Se mantenía fresco como el primer día que me lo había regalado, y eso hacía que mi corazón guardara la esperanza de que él regresara un día a mi lado.

La hacienda la había convertido, la planta baja en un refugio para los necesitados. La planta alta la transformé en una acogedora vivienda, donde todas las temporadas de verano recibía a mis queridas amigas Sor Inés y Sor Caridad, que con los años decidieron dejar el colegio y quedarse a ayudarme en mi hermosa labor.

El padre Bartolomé murió como un santo en su sueño, a la edad de noventa años. Los niños huérfanos más grandes, cuando cumplieron la mayoría de edad y terminaron sus estudios, regresaron a sus propiedades encargándose de los menores, y vien
Bris

Muchas gracias por leer mi novela paranormal. Espero que haya sido de tu agrado, te invito a leer mis otras novelas: La mujer en mí Sin miedo Contratémonos Mi pequeño y gran secreto Gil y el alfa maldito El Alfa Supremo

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