Abre los ojos, no es un sueño.
Dmitriy regresó junto con su pequeña hija, la felicidad era tanta que él no podía creer lo que estaba sucediendo, fue directo a la habitación de los niños en búsqueda de su amada.
Al llegar allí Irina se encontraba jugando con Max, al ver su regreso se levantó a toda prisa, sostuvo en sus brazos a la pequeña Vera, beso sus mejillas y rompió en llanto ante la felicidad que se apoderaba de ella.
Irina no tenía palabras, supuso lo peor y tener nuevamente a su hija era lo mejor que le había pasado, Dmitriy se acercó y se abrazaron, el hecho de tener a sus seres queridos a salvo lo hacía sentir más tranquilo.
—Gracias, gracias por traerla de regreso —habló Irina con la voz entrecortada.
—No tienes nada que agradecer, es mi hija, era lo mínimo que podía hacer —respondió Dmitriy besando la mejilla de su esposa.
—¿Lograste acabar con su vida, verdad? —cuestionó Irina fijando la mirada en su esposo.
—Luca, el hombre que me ayudó a que todo esto fuera posible ha quedado en traer a Andrei fr