Rafael seguía siendo el mismo sujeto de hacía años. El único que pudo sacar más que un lado juguetón por parte de Zair. De tez morena, un alfa que podía hacer que más de una mujer suspirara solo para llamar su atención. Se conocieron gracias a Zair. El que él estuviera en el mismo lugar que Jessica y ella era un enorme problema.
—¿Escucharon la conversación? —Ni siquiera se había tragado la pastilla—. Me imagino que deben tener preguntas.
—Anya…
—Hola, Rafael. —Sonrió a medias—. No era el momento adecuado para vernos. Siento que hayas tenido que escuchar eso.
—¿Qué te hicieron esas personas? —El alfa hizo que se sentara en uno de los bancos para que estuviera cómoda—. Por eso es que le pregunté a Zair sobre ti y no supo de qué le hablaba.
—¿Cómo? ¿Desde cuándo sabes sobre ellos? —preguntó Jessica confundida—. ¿Entraste a la empresa para buscar venganza?
—No, lo hice porque necesito dinero. —Jugó con sus dedos—. Mi hijo nació con una enfermedad. Sus feromonas hacen que su cuerpo cambie