Sintió unas enormes ganas de llorar porque recordó cuando el alfa hizo lo mismo en su primer mes juntos y lo abrazó con fuerza, ocultando el rostro en su cuello. Era todo exactamente igual.
—¿No te gusta? —inquirió, y la dejó en el piso—. Puedo quitar todo eso.
—No, no. —Se limpió las mejillas—. Está muy bonito. Muchas gracias.
—Es poco de lo que tengo planeado para ti. —Zair le mostró otra sonrisa—. Camina delante de mí. En unos minutos la cena estará aquí.
—Esto es muy raro —opinó ella con una mueca en su rostro—. No creo que esto sea bueno para los dos.
—¿Por qué lo dices? ¿Me tienes miedo? —Se quedó en silencio—. Anya, si no quieres tener sexo conmigo, lo entiendo. No te obligaré a nada que no quieras.
—Tengo miedo de que yo no te guste después de que consigas eso. —Hasta vergüenza tenía—. Tú te ves como una persona que le gusta tener sexo siempre. Yo no considero tener experiencia en eso a pesar de mi edad.
—La experiencia es lo de menos. —Agarró sus manos—. No estoy con dos muj