Sinopsis: Marcos Di Leone, un exitoso empresario hotelero Nueva York, se ve enfrentado a una revelación que sacude los cimientos de su vida: Marianna, una niña de diez años asegura que él es su padre y que su madre, Anna Spinetti está gravemente enferma y necesita de su ayuda. Marcos tiene un vago recuerdo de Anna, la madre de Marianna, y no está seguro de que la niña su hija, pero una prueba ADN lo enfrenta a la realidad que es padre. Anna Verónica, quien ha cuidado Marianna desde su nacimiento, esconde un secreto muy grande: ella no es la madre biológica de la niña, sino su tía. Su hermana Anna María murió siete años atrás de la misma enfermedad que ella padece. Para proteger a la pequeña y mantenerla a su lado, Anna ha vivido bajo una identidad falsa y ha construido un mundo de mentiras. Obligado por su padre, Marcos le propone a Anna un matrimonio de conveniencia que ella se verá obligada a aceptar para no perder a su hija. ¿Podrá Anna mantener su secreto cuando se enamore de su esposo? ¿Podrá Marcos perdonarla cuando descubra la verdad?
Leer másDerechos de autor registrado en Safe Creative: © Registro individual 2310165602567 "La falsa madre de la hija del CEO"
Marcos Di Leone se sentía satisfecho con su vida. Era el heredero de una de las cadenas hoteleras más prestigiosas del mundo, tenía dinero, poder y mujeres a su disposición. No le faltaba nada, o eso creía él. Su padre, Dante Di Leone, tenía una opinión diferente.
―Marcos, figlio[1] mío, ¿cuándo vas a sentar cabeza? ―le preguntó Dante a su hijo mayor con seriedad
Estaban reunidos en el lujoso restaurante de la ciudad de Nueva York donde solían comer todos los viernes para hablar de negocios. A pesar de que Dante estaba oficialmente retirado aún estaba al tanto de lo que sucedía en el negocio y le gustaba dar su opinión al respecto.
«Aquí vamos de nuevo y ni siquiera ha llegado la entrada, ¿no pudo al menos esperar que llegáramos al postre? Me muero de hambre» pensó Marcos con fastidio, pero mantuvo su rostro imperturbable.
―¿Volvemos a lo mismo, papá? Pensé que discutiríamos el plan de los hoteles para las Navidades de este año ―respondió con fingida indiferencia dejando su copa a un lado.
―Sí, Marcos, hasta no ver que tienes una vida estable seguiremos tratando el tema. Tienes treinta y cinco años y sigues viviendo como un adolescente. No tienes una pareja estable, no tienes hijos, no tienes un proyecto de vida. Solo te dedicas a trabajar y viajar por el mundo y a acostarte con cualquier mujer que se te cruce y eso no es sano.
―Vuelvo a repetirte, ¿qué tiene de malo eso? ―replicó Marcos con una sonrisa arrogante. ―Sabes de sobra que disfruto de mi libertad, de mi trabajo, de mi pasión. No necesito atarme a nadie, ni tener responsabilidades que me limiten. Soy feliz así.
―Es lo que piensas en este momento, pero el tiempo no se detiene, figlio mío, llegará el día en que te arrepentirás de esta forma de vivir tan superficial y vacía. Pasarla bien no llena, no representa la verdadera felicidad y tarde o temprano te darás cuenta de que te falta algo, de que necesitas amor, familia, sentido. No puedes seguir huyendo de tus sentimientos, ni de tu destino.
―Papá, por favor, hemos hablado de esto muchas veces. Ya sabes que no creo en esas cosas. El amor es una ilusión, la familia es una carga, el sentido es una invención. Lo único que importa es el aquí y el ahora, el placer y la diversión ―respondió Marcos con frustración, no entendía la obsesión de su padre por casarlo, tenía tres hermanos, su hermana le había dado dos nietos perfectos. ¿Por qué tenía él que renunciar a su estilo de vida para complacerlo?
―No sé de dónde sacas tales estupideces. ¿Acaso tu madre y yo no hemos sido ejemplo de una familia?
―Sí, padre, han sido un buen ejemplo de familia, pero hasta ahora mi experiencia me ha demostrado que mujeres como mi madre no abundan. En todos estos años no he encontrado a nadie que se parezca ni remotamente a la mamma[2], no he enamorado de nadie, quizás algún día suceda, pero mientras llega esa mujer maravillosa, ¿por qué no dejarme seguir con mi vida?
―Es que no la encontrarás en fiesta y bares, figlio mío, pero te niegas a ir o sacas alguna excusa cuando tu madre quiere presentarte a una buena chica.
Marcos estaba a punto de contestarle a su padre con otra de sus frases cínicas, cuando la anfitriona del restaurante se acercó.
―Disculpen que interrumpa su conversación. Señor Di Leone, en la puerta hay una niña que desea verlo ―informó la anfitriona ―he tratado de disuadirla, pero ha sido muy insistente y temo que está a punto de armar una escena donde piensa involucrarlos.
Una voz infantil interrumpió desde atrás a la anfitriona sobresaltándola.
―Hola, señor Di Leone, yo soy la niña que armará una escena si no me atiende ―dijo una voz infantil con un dejo de angustia.
―Te dije que esperaras en la puerta ―indicó la anfitriona con voz molesta girándose un poco para mirar a la niña.
―Si dejaste la puerta desatendida, ¿Qué esperabas? ¿Que la niña se quedara en la entrada del restaurante esperando pacientemente mi negativa a atenderla? ―señaló Marcos reprendiendo a la empleada.
La mujer apretó los labios ante el regaño y miró con rabia a la niña.
―¿Puedo hablar con usted? Es de vida o muerte ―aseguró la pequeña.
Desde el momento en que la niña llegó a la mesa, Dante se quedó observándola, una expresión de asombro cruzó su rostro al darse cuenta de la chiquilla era el vivo retrato de Sandra, su hija más pequeña.
Marcos miró a la niña y se encontró con una chiquilla de unos diez años de cabello negro y largo, los ojos verdes claros brillantes, y la piel bronceada y suave. Llevaba un vestido ¿De primera comunión? Y en sus pies calzaba unas zapatillas deportivas de color rojo. En su mano derecha sostenía una mochila azul con estrellas amarillas.
Marcos, miró sus ojos de nuevo y pudo percibir la angustia que la embargaba, de hecho, la niña se notaba nerviosa a pesar de que pretendía mostrar seguridad. En ese momento sintió una extraña sensación en su pecho que no pudo definir. Algo en su rostro le resultaba familiar, pero no sabía qué era.
―¿Quién eres tú? ¿y de que quieres hablar conmigo ―preguntó Marcos con severidad.
No le gustaban los niños, pero la aparición de la pequeña le había salvado de continuar la desagradable conversación con su padre que siempre culminaba con un compromiso de su parte a acudir a la próxima cena que planificara su mamma para presentarle a alguna chica demasiado joven y superficial.
Se aburría mortalmente en esas cenas, generalmente su mamma invitaba a alguna familia italiana con hijas en los veinte y pocos años que estaban dispuestas a casarse con él porque era el heredero del consorcio Di Leone. Como si él fuese a enamorarse de alguna chiquilla que lo único que tenía en mente era el dinero y la posición social que él podría proporcionarle si lograba atraparlo.
La respuesta de la niña lo sacó de sus pensamientos de forma abrupta.
―Me llamo Marianna Spinetti Di Leone ―respondió la niña con seguridad―. Y usted señor Di Leone es mi padre.
[1] Hijo en italiano
[2] Mamá en italiano
Durante los meses siguientes Anna se dedicó a cuidarse y prepararse para el nacimiento de su hija, tuvo un seguimiento riguroso de embarazo y acompañó a Marcos a terapia. Le dolía verlo tan preocupado y nervioso y para ella nada importaba más que su salud y la de su esposo. Cuando el juicio de Vicente terminó y fue declarado culpable de todos los cargos solo significó para ellos el fin de una amenaza latente. El abogado de Marcos los llamó para informarles que el exnovio de Anna fue sentenciado a un total de ciento veinte años de cárcel si se sumaban todas las condenas por lo que no era elegible para la libertad condicional. ―Se acabo, Anna, ya podemos olvidarnos de Vicente, nunca más tendrá la oportunidad de acercarse a ti. Anna lo abrazó y apoyó su cabeza en su pecho. ―Me alegra que terminara y no siento ningún tipo de compasión por él, todo lo que le pasa se lo buscó. Unos días después, Patricia anunció que le había pedido el divorcio a su ausente esposo tras descubrir que tení
El juicio de Vicente comenzó unos días antes del bautizo de Claudio, Anna en su condición de madre que amamantaba se le permitió prestar declaración por video conferencia, algo que agradeció porque lo menos que deseaba era tener que volver a verlo cara a cara. En cambio, Marcos si tuvo que ir a la corte a presentar su testimonio algo que disfrutó enormemente fue ver a ese hombre con su mono naranja, se veía totalmente devastado porque sabía que sus posibilidades de salir indemne del juicio eran casi nulas.El bautizo de Claudio fue un acontecimiento íntimo al que solo asistió la familia y los amigos más cercanos. Ese día ocurrió algo que le llamó mucho la atención y la entristeció a partes iguales.―Claudio no quiso el pecho, Marcos, aunque se tomó la leche con el biberón.―Quizás se deba a que estamos usando los dos métodos y el biberón le sea más fácil.―Yo quería darle pecho al menos seis meses ―dijo Anna al borde del llanto.―Continua sacando la leche y se la das en biberón, lo im
Desde el balcón de la habitación del hotel, Rosi miraba con los ojos empañados de lágrimas la paradisiaca playa de Aruba, si cerraba los ojos casi podía sentir el olor de su tierra, de su hogar, era lo más cerca que Carlos la pudo llevar de su país, Venezuela. Rosi no podía volver porque había entrado a los Estados Unidos como refugiada.Detrás de ella estaba parado su esposo, abrazándola por la cintura, eran una bonita estampa de dos jóvenes guapos y enamorados.―Es maravilloso, Carlos, es casi igual a las playa donde pasé mi niñez y mi adolescencia, sé que pudiste llevarme a mil sitios, pero este es el mejor. Gracias, amor mío.―Solo quiero hacerte feliz, mi Rosi. Te amo ―le respondió él dándole un beso en el cuello.―Y yo a ti, Carlos. ¿Sabes? Me gusta más que me digas mi Rosi, que mi Minions ―respondió ella con una sonrisa girándose en sus brazos para besarlo.―Siempre serás mi Minions ―le informó él con una sonrisa divertida.―Y tú siempre serás mi imbécil ―espetó ella con los l
Patricia se removió incómoda ante la mirada acusadora de Rosi, pero quería mucho a Carlos, y su intención era ayudarlo a comenzar su matrimonio sin la sombra de la infidelidad.―No es lo que parece, Rosi, yo le pedí que viniera ―respondió la prima de su esposo.―Y yo vine porque a pesar de todo lo que pasó, Patricia es una de las pocas amigas verdaderas que tengo ―señaló Constanza con seriedad. ―Mira, sé que por lo que viste ese día pudiera parecer como si Carlos y yo tuviéramos un amorío, pero lo cierto es que él y yo nunca hemos intimado. Es cierto que ese día lo estaba esperando con la intención de seducirlo, me quería aprovechar de su fama de mujeriego, pero no sabía que serías tú la que llegaría. Me habían informado que él iría esa mañana, más nunca me esperé que fueras tú la que entrara por esa puerta y no Carlos.―Me da igual lo que haya pasado o no con Carlos, el hecho Constanza es que trataste de seducir a Marcos y por tu culpa Anna estuvo hospitalizada y casi se muere. Y no
Una lluvia de burbuja sorprendió a los novios a la salida de la iglesia, se detuvieron un rato a recibir las felicitaciones de los asistentes a la ceremonia y a tomarse un par de fotos, después subieron a la limusina que los llevaría al banquete de novio en el hotel Di Leone de la ciudad.―Rosi ―dijo Carlos mientras el vehículo transitaba por las concurridas calles de la ciudad de Nueva York ―quiero agradecerte la confianza que has depositado en mí al casarte conmigo y quiero decirte que no te defraudaré, tal como te prometí en la iglesia seré un esposo fiel y comprometido contigo.La expresión de Carlos le dijo a Rosi que él estaba hablando en serio, que de verdad quería que su matrimonio funcionara, lo que la emocionó porque eso era lo que ella quería y lo que su bebé necesitaba.―Yo también quiero hacer un esfuerzo por nuestro bebé, Carlos, él merece que seamos los mejores padres y que le demos una familia estable ―le respondió Rosi con la convicción de que el único motivo por el c
El día de la boda, Rosi estaba sentada frente al tocador mirando su reflejo, estaba preciosa, había escogido un vestido de ensueño la tela de su cuello, brazos y espalda era tan fina que traslucía su piel, más la tela que curía su pecho y el resto de su cuerpo estaba compuesta por diseño floral con incrustaciones de pedrería. No llevaba velo, si no una hermosa peineta de brillantes que recogía la parte delantera de su cabello dejando suelto el resto que caí en hermosos bucles hasta la mitad de su espalda.Era cierto lo que decían de que las novias son hermosas porque nunca en su vida se había sentido tan bonita como como ese día. Una leve corriente atravesó su vientre en ese momento y sonrió, era su bebé moviéndose.Una vez que su rabia remitió se dijo que se casaba por su bebé, para darle un hogar estable y una familia cariñosa que lo adoraría, creía que Carlos sería un buen padre por como trataba a Marianna y a Claudio así como a los hijos de sus primos. Pero al final tuvo que recon
Último capítulo