Capítulo 7. Una red de mentiras que crece con rapidez.
Anna escuchó la voz de mujer y por sus palabras entendió que era la madre de Marcos y que estaba molesta por enterarse de la existencia de Marianna tantos años después, preocupada se levantó del sillón y caminó hacia su hija. Un poco nerviosa por las palabras de su abuela, Marianna se abrazó a su cintura poco antes de que la señora entrara en el salón de la suite.
Pía Di Leone se había enterado media hora atrás de la existencia de Marianna, a pesar de tener la seguridad de que la niña era su nieta Dante no había querido contarle nada a su esposa, porque Pía era una fuerza de la naturaleza: arrasaba todo a su paso, aunque en el buen sentido de la palabra. Era una mujer dispuesta a ayudar en todo a su familia, quisieras la ayuda o no.
Y a defenderla a cualquier precio.
Cuando la mujer entró al salón y se encontró a su nieta abrazada a su madre, sus ojos desafiantes y dispuesta a defenderla de aquella invasión sintió su corazón llenarse del más puro amor.
―¡Vergine delle Grazie[1]! Si es