BLAIRLa rara combinación entre un restaurante familiar y la elegancia era extraña, pero aquí estábamos. Dominik le pidió su auto prestado a Cameron, y bajamos a la ciudad para cenar con los Engel.Íbamos los tres solos en el auto, pues Andrew y Hannah estaban llenos con su familia, un poco más adelante, y sentía que me sudaban las manos.Él había dicho que su padre era un tipo duro… ¿y si yo no le gustaba? Debía fingir que éramos pareja, que todo iba bien entre nosotros. Esta era mi prueba final, lo que determinaría que el abuelo obtuviera los negocios que quería, y tenía miedo.Apreté los labios y oí un respingo.—Tranquila. Les vas a caer bien. Solo tienes que ser tú misma, no necesitas fingir.Ray dijo algo sobre dibujar una letra en su mano para relajarse y resoplé. Los dos hombres en el auto iban muy tranquilos. Yo era la única loca.Dominik aparcó, y salimos del auto con Ray de la mano, todos con atuendos semiformales.—Hoy es tu gran debut, Blair. Tranquila, todo saldrá bien.
BLAIR—¿Qué tal? ¿Te gusté? ¿Te enamoraste de mí tras escuchar mi hermosa y melodiosa voz?Al terminar los aplausos, Dominik se levantó del piano y salimos entre nuevos vítores del restaurante, fue entonces cuando se acercó a mí y me soltó aquello.Arrugué la cara por sus palabras.—¿Eh? ¿Es que te crees John Legend o algo así? Que sepas que no le llegas ni a los talones. —Tiré la vista a otro lado.Él me agarró enseguida de la cintura, lo que me sorprendió porque estábamos todos ahí, y encontré su mirar pícaro y oscurecido sobre mí en un segundo.—No necesito ser John Legend para volverte loca, Isi. Me basta con un besito por aquí, una mordidita por allá y…—¡Aaaah, haré como que no te estoy escuchando! —espeté y me salí de su abrazo al segundo para agarrar la mano de Ray—. Vamos, Ray, vamos al auto. Tu tío Dominik enloqueció y necesitamos protegernos.Ray parecía divertido, y la audible risa de Dominik me dijo que le había dado justo lo que buscaba. En ese instante vi a los demás, q
BLAIR¡No se alejó! ¡Maldita sea, maldita seaa!Apreté los labios, me di media vuelta, me saqué las sandalias y salí de ahí. La cabeza me zumbaba y me daba bailaba, en parte por culpa del alcohol, en parte porque estaba tan furiosa que no podía conmigo misma, pero fui directo al cuarto, ignorando a las personas del servicio que trabajaban en el turno de la noche por la fiesta.El día más feliz en la vida de unos podía ser un desastre para otros.¡Esa zorra desgraciada!Apreté los labios y luego solté un fuerte resoplido. Me metí al cuarto, me quité el vestido y sentí ganas de vomitar, pero fui al baño y no me salió nada. Me metí a la ducha, y nada más caerme el agua tibia sentí que mi mundo se iba a la mierda.Apreté los labios, pero fue imposible. Un tremendo sollozo se me escapó de la garganta, y para cuando me di cuenta estaba llorando. ¿Por qué lloraba por ese estúpido o por la idiota de Nicole? No debía, ¿verdad? No estaba bien, no era sano, no era realista.Pero ahí me hallaba y
BLAIRSolo fui al club a distraerme con mi mejor amiga, pero todo acabó en desastre.Ahí estaba, Benjamin Blackburn, empiernado con aquella muchachita rubia que semanas atrás presentó como su nueva subordinada. Los dos se comían las bocas y se metían mano sin importarles que estuvieran en un lugar público, y se lanzaban miraditas cada que se separaban dos centímetros.Eso por sí mismo no sería malo. Indecente, sí, pero no malo; sin embargo, había un problema: Benjamin era mi prometido.—Blair, ¿ese que está ahí no es Ben…?—Sí, es él —espeté con rabia contenida y apreté el vaso que tenía en la mano—. Ese maldito…—Bueno, ¿qué tal si nos que…?Pero, antes de que Grace pudiera decir nada, salí como alma que lleva el diablo, directo hacia el par y, al llegar junto a ellos, agarré a la mujer del pelo y la tiré a un lado con todas mis fuerzas.—¡¿Así que esta es tu «importante reunión» por la que tenías que hacer horas extras, Ben?!El hombre, un rubio delgado, abrió los ojos de par en par
BLAIREl suave sonido del grupo de jazz que tocaba en vivo llenaba todos los espacios de aquel enorme salón, junto a un persistente aroma a canela que no me molestaba, pero tampoco me parecía lo mejor del mundo.—Blair, ¡qué bueno que llegas!Grace se apareció, vestida de punta en blanco, y abrió los ojos de par en par al verme.—Amiga, ¡te ves estupenda! ¡Pareces una princesa! No… ¡Una Reina! Estás regia como una Reina.Sonreí sin poder evitarlo y no lo negué, pues por primera vez en mucho tiempo me sentía como tal, como una Reina en el centro de todas las miradas.Sacudí apenas la oscura falda de mi vestido, que se ceñía en cintura imperio y escote palabra de honor, y sonreí más.—Siento que hoy me veo muy bien.—¡Lo haces! De seguro conquistarás a todos los hombres. Es buen momento para que pesques a uno de los tantos millonarios que tu abuelo invitó el día de hoy. Estoy segura de que les encantarás.Me llené de orgullo y confianza, pero negué con la cabeza, pues no estaba aquí par
BLAIR Kristen siempre fue una maleducada, y se comportaba de la peor forma en los momentos más inoportunos. No perdí de vista a Dominik, y noté cómo frunció el ceño, medio incrédulo y con desprecio, y negó con la cabeza. —No hace falta, señorita Rymer, mi asistente se ocupará de ayudarme; sin embargo, señor Rymer. —Dirigió su atención hacia mi abuelo y le dio una diligente sonrisa antes de continuar—: De verdad agradezco su preocupación. Este le devolvió la sonrisa y asintió. —Entiendo, señor Engel. —No quiero que piense que es un desplante de mi parte; es solo que prefiero ir a los lugares puntuales con uno de mis empleados. —No se preocupe, puedo entenderlo. A veces los hombres de negocios debemos cuidar muy bien nuestra imagen, en especial si se tienen menos de treinta años y un palmarés como el suyo. Al abuelo le brillaban los ojos con una admiración que pocas veces le había visto, lo que me inquietó; sin embargo, como poco tenía que ver yo con ese hombre y la situación, a
BLAIRSe me enfrió hasta el alma y me aterroricé.Sus manos se apretaron en mi cintura y me pegaron a él; un cierto aroma a canela y algo más llegó a mi nariz y me embriagó, y los recuerdos del pasado volvieron.Él era…—¿Cómo es que tú…?Una siniestra y cínica sonrisa me hizo palidecer, aterida y desenfocada, y tragué con dureza.Era guapo, pero con ese gesto oscuro y malicioso lucía exquisito.¿Por qué a las mujeres solían atraerle los tipos malos?Sin embargo, enseguida despejé mi mente, preguntándome cómo es que ese hombre era el prostituto de la otra vez.—No te creo —espeté, aún bajo el dominio de unas manos que se negaron a soltarme.Y su sonrisa no hizo más que crecer.—¿Qué tal sigue ese enorme chupetón que me rogaste te hiciera sobre el seno derecho? —cuestionó con malicia y total conocimiento de causa.En ese momento me morí y volví a la vida. Perdí el balance, y de no ser por él, que me sostuvo y apretujó contra su cuerpo, habría caído.Puse las manos en su pecho y mi memo
BLAIRSan Francisco era enorme, ¿qué probabilidad tenía de encontrarme con ese tipo de nuevo? Lo mejor era dejar el pasado atrás y seguir adelante.Por eso, esa mañana iba recia, con mi traje azul marino, tacones y rebosante de presencia. Llegué a la sede de la Corporación Weltraum, una empresa de investigación y exploración espacial en el área privada que, sin embargo, tenía convenios y conexiones con el gobierno.Hoy era el día de mi entrevista para entrar al grupo del proyecto VON55, uno que, según los rumores, esperaba crear nueva tecnología para minimizar los riesgos en la exploración del espacio amplio con costos y recursos sostenibles.Si lograba entrar, el sueño de mi vida estaría completo.Sonriente, ingresé al edificio, imponente, ancho y con vidrio por todas partes, y me presenté para mi cita, siendo enviada al quinto piso casi enseguida.Una mujer, la gerente de operaciones, era quien me entrevistaría.—Por norma debería ser el jefe del proyecto quien hiciera esto, pero aú