BLAIR
Poco más de dos semanas y por fin era libre… más o menos.
Después de que me quitaran el yeso el viernes anterior, y un fin de semana tratando de caminar lo justo y necesario, se hizo lunes y decidí volver al trabajo, aunque aún tendría que mantener el pie en alto y no usar tacones, así que me armé de mis tenis suavecitos y un banquito plegable de los bajitos, sí, lo llevaba, y bajé las escaleras.
Como esperaba, abajo estaban Dominik y un curioso Ray que parecía muy alegre de que su tía por fin pudiera volver al trabajo.
Él canturreaba, feliz de que partiríamos, mientras caminaba hasta el auto de Dominik, quien se había tomado la responsabilidad de llevarlo casi todos los días a la escuela cuando se iba a la empresa.
Por lo general yo lo llevaba con algún chofer antes de ir a mi trabajo.
De pronto, el pequeño exclamó algo en alemán desde el asiento trasero apenas arrancar el auto, algo que por supuesto yo no entendí, y fruncí el ceño.
—¿Qué estás diciendo?
—Dice que estás sana.
—