BLAIR
Poco después de que el abuelo se fuera con Celia, Kristen hizo lo propio. Esperó a que Ray se durmiera y que Dom y yo fuésemos a mi cuarto, y se fue como la rata escurridiza que era.
El abuelo le había dado el fin de semana libre a los del servicio tras consultarlo conmigo y, salvo el personal de seguridad que custodiaba los límites del terreno de la mansión, solo éramos Ray, Dom y yo.
Se sentía bien.
Y como estábamos solos, Dom y yo subimos al ático de la casa, que se limpiaba de vez en cuando. Al entrar encontramos cierta acumulación de polvo, pero nada grave.
El ático de esta casa se alzaba más o menos con dos metros y medio de alto en su pico más alto, y la gente como Dom y yo debía agacharse en las laterales; sin embargo, todo se veía bien.
Había algunos libreros y cajas, pero guie al pelirrojo hacia el fondo, a un armario alejado.
—Aquí es donde se guardan las cosas de mi madre. No he venido casi nunca con el pasar de los años. El abuelo apenas me enseñó algunas de sus joy