DOMINIK
No sé quién dijo alguna vez que yo era un buen tipo, bondadoso o justo. Bueno, al menos podía estar de acuerdo con eso último.
Mis ojos estaban fijos en la pantalla de una tablet mientras Paul aguardaba frente a mí con calma. En ella se reproducía una cinta un tanto desagradable que, sin embargo, no me hacía sentir nada.
Al otro lado se encontraba una Kristen desnuda que gritaba en busca de ayuda mientras cuatro tipos grandes se la cogían a placer y sin importarles sus ruegos. Ella rogaba que la sacaran de ahí justo cuando uno de ellos le metió el miembro en la boca y se lo hundió tanto que empezó a ahogarse, y las convulsiones por las penetraciones no se hicieron esperar.
¿Era obra mía? Por supuesto.
¿De verdad pensaba que podría tratar de matar a mi hijo e irse de rositas?
Contraté a esos tipos a través de miles de hilos para que la encontraran en su bar favorito de costumbre, la engatusaran y se la llevaran a la cama, pero a su manera. Hasta ahora la habían electrocutado y