173. El inicio del final.
El frío que atravesó justo en ese momento fue paralizante. Sabía que la reacción con mi hermano había sido miedo, y después de nuestro reencuentro no quería volver a sentirlo, pero era mi hermano. Habíamos compartido tanto cuando éramos niños, y también el miedo que solíamos sentir al lado de la casa de mi abuelo. Era mi familia, mi sangre.
Y aquí estaba él, con la camisa manchada de sangre.
Gracias a la luz, aunque no era muy clara, pude ver perfectamente la palidez de su rostro, y eso me asustó hasta un punto que me quedé prácticamente paralizada. Había regresado a mí ese miedo paralizante como un problema verde en el pecho. No podía permitir que las emociones me congelaran.
Así que, ante mi inmovilidad, Samuel se apresuró a avanzar hacia mi hermano, pero Arturo levantó una mano para detenerlo.
— Tranquila — dijo él, con ese tono calmado y de hermano mayor — . Estoy bien. Esta no es mi sangre.
Sentí cómo un nudo enorme comenzaba a deshacerse en mi interior. Entonces le di un golpe