Después del “accidente” del paño, Campbell había vuelto con una caja de bombones a pedir disculpas por cosas que no había cometido y le había prometido un tour por Milán a Julie en compensación por sus ojos atrevidos.
Entonces, Julie estaba sentada en el borde de la cama, ahora vestida con un vestido negro corto que apenas cubría sus nalgas, y una chaqueta ligera. Su cabello suelto caía con suavidad sobre sus hombros. Se veía increíble… y lo sabía.
Lo hizo adrede.
Ryan apareció desde el vestidor con una camisa blanca remangada, ajustada al pecho, pantalón negro y un par de lentes que claramente no necesitaba. Cuando la vio, soltó un silbido.
—¿Vas así por qué qué quieres conocer la ciudad o porque planeas matar a algún italiano de un infarto? —dijo con una mueca en los labios aunque por dentro sentía que su corazón latía muy rápido.
—Voy así porque me da la gana —respondió ella sin mirarlo, aplicándose brillo labial—. Y si tú caes muerto, mejor. Menos problemas para mí.
—Tú me vas a m