Pov Christopher
La cabeza me palpita, y las manos me tiemblan. Siento como el mundo a mi alrededor da vueltas. ¿Aniela me estuvo engañando todo este tiempo y mi hijo es hijo realmente de mi hermano? Siento como la sangre se me atasca en el cerebro, como mis puños se cierran y mi mandíbula se aprieta. No pienso, actuo, salgo de la clínica después de meterme los resultados en el bolsillo de mi pantalón y subo a mi auto. Él rugido del motor suena segundos después y no se en que momento llego a la mansión Langley.
—Hijo, qué bueno que volviste…
—Tú seguramente también lo sabías —Señalo a mi madre con un dedo.
Mi ojos parecen botar lava. Sigo de largo en busca de ese maldito infeliz y lo encuentro sentado en una tumbona al frente de la piscina. Está sin camisa, con un shorts playero y una cerveza helada en la mano. Aniela también está a su lado. Claro, ¿Cómo no estarlo? Sí son amantes, siempre lo han sido y me han estado viendo la cara en mi propia casa.
—¡Eres un maldito infeliz! —excl