—¿Quién más Alisson? —preguntó Christopher de vuelta con una sonrisa maliciosa en el rostro.
Alisson intentó apartarlo, pero el peso de Christopher era demasiado. Se sintió acorralada por él, por su imponente figura y su aura pesada.
—¿Qué haces aquí? ¿Por dónde entraste? ¡Había cerrado la puerta con seguro! —exclamó, con el corazón acelerado y con la entrepierna untada.
—Tengo mis trucos —dijo Christopher, volviendo a bajar su cabeza al manjar que estaba saboreando.
—No Chris —intentó decir Alisson, pero ya era demasiado tarde y ella para ese momento ya no tenía fuerzas para pararlo.
«Sigue sabiendo muy dulce»
Pensó Langley devorando la carne rosada de Alisson. Se detuvo en su pequeño botón, dio suaves lamidas y apretones con su lengua logrando que aquel botón se hinchara. Tanto, que parecía que iba a estallar. Alisson apretó las sábanas con fuerza. Su pecho subía y bajaba y su corazón golpeaba con rudeza sus costillas.
—Para por favor —pidió jadeando.
Pero Christopher llevó su dedo